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Rutinas y demencia

Debido a que la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia pueden dificultar el aprendizaje de nuevas cosas, el uso de rutinas establecidas y consistentes puede ser tranquilizador y ofrecer seguridad, tanto para la persona con demencia como para quienes la rodean.

Las rutinas a menudo se asocian con nuestra memoria procedimental (cómo hacemos las cosas) y la memoria a largo plazo. Por lo tanto, dado que el Alzheimer generalmente afecta primero la memoria a corto plazo, el recuerdo de una rutina a menudo permanecerá en las etapas medias del Alzheimer.

En las primeras etapas de la demencia, las personas pueden estar muy conscientes de las rutinas y pueden objetar verbalmente si esa rutina posiblemente se va a alterar. En las etapas intermedias de la demencia, las rutinas a menudo consisten en un movimiento físico casi automático, como cepillarse los dientes.

Tipos de rutinas diarias

Las rutinas son las cosas que ocurren regularmente, a menudo a diario. Las rutinas pueden consistir en desayunar, leer el periódico o una revista, arreglarse el pelo los viernes, salir a caminar todos los días, preparar la mesa para la cena, secar los platos después de la comida o usar un mantel determinado los domingos.

Las rutinas también pueden consistir en el orden en que se completan las tareas. Si se estás preparando para acostarte, puedes comenzar caminando al baño y proceder a cepillarte los dientes, usar el baño, lavarte las manos y luego irte a la cama.

Al crear una rutina para una persona con demencia, debes tratar de incluir actividades que requieran ejercicio físico, como una caminata matutina, así como actividades que pueden encajar en una categoría más terapéutica, como la música, arte, los puzzles y otros.

Beneficios de las rutinas en la demencia

  1. Mantiene las funciones: practicar una actividad regularmente, ya sea una tarea física o mental, puede aumentar la probabilidad de que esa habilidad permanezca.
  2. Reduce la ansiedad: la previsibilidad de una rutina puede disminuir la ansiedad. La persona con demencia puede sentirse más cómoda y segura si sabe qué esperar.
  3. Disminuye el estrés del cuidador: las rutinas pueden disminuir el estrés de quienes cuidan a las personas con demencia al hacer que el día sea más organizado y posiblemente disminuyan las posibilidades de alteraciones conductuales.
  4. Permite cierta independencia: las actividades que se han practicado regularmente, como doblar la ropa diariamente, pueden aumentar la autoestima y la confianza porque la persona puede realizarlas de forma independiente. Especialmente en las primeras etapas de la demencia, cuando las personas tienen más probabilidades de ser conscientes de los déficits cognitivos, la independencia en una tarea puede ser un estímulo para ellos.

Cuidadores fijos como parte de una rutina en la demencia

En un hospital, centro, residencia, u otro tipo de centro de atención, es habitual que los cuidadores roten por plantas o turnos diferentes y una persona con demencia vea pasar demasiadas caras distintas en un mismo mes.  Sin embargo, en la medida de lo posible, es importante contar con cuidadores estables en el tiempo, en oposición a los cuidadores en rotación constante. Esto permite que se desarrolle una relación de confianza entre el miembro del personal y la persona con demencia, lo que tiene una gran cantidad de beneficios para todos los involucrados.

Los cuidadores estables pueden potencialmente prevenir o reducir las alteraciones conductuales al saber cómo responder mejor a sus residentes de referencia. Estos cuidadores también pueden notar rápidamente si sus residentes podrían estar enfermos o si algo «no está del todo bien» porque las interacciones continuadas les permiten conocerlos mejor.

Desde la perspectiva de las residencias, si bien los cuidadores deben prevenir el burnout y el agotamiento, el personal fijo como rutina puede mejorar la satisfacción de los cuidadores porque generalmente saben qué esperar en su turno y a menudo encuentran significado y disfrute en las relaciones que desarrollan con sus residentes.

Ajuste de rutinas

Las rutinas pueden necesitar simplificarse a medida que progresa la demencia. Por ejemplo, si tu marido siempre lava los platos después de la cena, es posible que debas reducir la cantidad de platos o usar platos de plástico. Es posible que también necesite volver a lavar los platos en un momento posterior si es menos capaz de lavarlos completamente o hacer que los lave de nuevo si necesita una tarea que hacer.

Si tu padre siempre elige la misma ropa para usar por la mañana, es posible que debas cambiar la ubicación de cierta ropa o comprar su jersey favorito por duplicado para que el otro se pueda lavar.

Ciertamente, no existe una dirección «mágica» en el camino del cuidado de la demencia, pero establecer y practicar rutinas puede ser un enfoque útil para optimizar el funcionamiento y la calidad de vida, tanto para quienes viven con demencia como para sus seres queridos y cuidadores .

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